jueves, 16 de octubre de 2014

EL ÁNGEL DEL DESIERTO



En la historia de Agar, esclava de Sara, la esposa de Abraham, se nos dice que
Agar huyó al desierto, porque Sara la maltrataba.
Un ángel de Dios se le presentó junto a una fuente de agua. Y el ángel le aconsejó que volviera a casa de su señora (Gén 16).
Pero, cuando nació su hijo Ismael, hijo de Abraham, Sara se sintió celosa y mandó que
se fuera de la casa.
Ella estuvo vagando por el desierto, desesperada, buscando agua, porque el niño se moría de sed y lloraba mucho.
Entonces, el ángel se le vuelve a aparecer de nuevo y le dice: No tengas miedo, porque Dios ha escuchado la voz del
niño... Y le abrió los ojos y vio un pozo de agua. Fue y llenó el odre de agua y dio de
beber al niño (Gén 21, 17-19).
Los ángeles pueden presentarse de parte de Dios para salvarnos del desierto de la
soledad o de la incomprensión. Otras veces, los ángeles pueden inspirar a alguien que se
presente a ayudarnos y sea como un ángel que solucione nuestro problema. Los ángeles
nos levantan el ánimo y nos ayudan a sobreponernos a las dificultades para cumplir
nuestra misión.

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